jueves, marzo 07, 2013

Comenzo su segunda centuria de vida el hijo-novio de Incamar, Felipe Herrera Vial.

Cronista Asdrúbal
Gonzalez.
Así lo puntualizo, el Cronista de la Ciudad de Puerto Cabello, Asdrúbal  Gonzalez, durante discurso registrado en el Teatro Municipal de Valencia, en el cual le  rindieron honores al poeta de poetas, Felipe Herrera Vial, con motivo de cumplirse el 13 de febrero del 2013, los cien años del  nacimiento de este escritor, que durante toda su vida profesional la dedico al desarrollo de la cultura hasta el 31 de mayo de 1995, cuando la tinta de su pluma dejo de tejer la musa de la creatividad; aunque,  su espíritu anidado en un  gran legado poético, es admirado por propios y extraños. Este homenaje  promovido por la Arquidiócesis de Valencia, la Universidad de Carabobo y la Alcaldía Bolivariana de Valencia, se realizo a los efectos de reconocer los méritos de FH, en la proyección de la cultura amansada con su verbo, y plasmada en innumerables publicaciones. No solo Felipe, se dedico a la poesía, ejerció el periodismo, y se desempeño como Director de Cultura de la Universidad de Carabobo. A la vez incursiono en la política alcanzando un escaño en el Congreso de la República de Venezuela, tal como se llamaba en ese entonces. Felipe participo en la creación de la Asociación Venezolana de  Periodistas, y del Colegio Nacional de Periodistas. Este incansable hombre de ideas, elevo el  gentilicio venezolano, desde cada una de las responsabilidades que asumió, sin olvidar su compromiso con los pilares de la sociedad: la familia, en el cual  tuvo una gran preocupación, junto a su amada esposa Socorro. La orientación y el crecimiento intelectual de sus hijos fue su norte: Olimpía Josefina, Guillermo, Alvaro, Hector, Hernando, Xavier y Graciela, quienes en ese acto recogieron  los frutos dejados por "Un poeta, (que) tiene el corazón como un espejo de aguas vivas" tal como el se describió en vida, en los solares de  otro poeta, el porteño Asdrúbal Gonzalez.

La poesia es una "Sinfonía Telúrica"

Poeta Felipe Herrera Vial
Fuerzas vivas, rindieron homenaje al poeta Felipe Herrera Vial, en acto celebrado en el Teatro Municipal, en sesión extraordinaria de la Alcaldía Bolivariana de Valencia, con motivo de cumplirse  los cien años del nacimiento de este extraordinario escritor (02-1913/03-1995). Le correspondió al Cronista de la Ciudad de Puerto Cabello, Asdrúbal Gonzalez, el discurso de orden, en donde deleito a la audiencia con una pincelada de la creatividad poética de Felipe, cuyas apreciaciones son estas. "Valencia tiene un dulce  nombre de mujer... Un collar con figuras de soles y de lunas, de jaguares y estrellas, de caracolas y serpientes sinuosas como ríos, le grabó en piedra dura y coloco cual ofrenda sobre su cuello altivo, el indio comarcano... Que estampo en la roca de Vigirima lo que pudiera ser su primer retrato: la hoy llamada Diosa de la Lluvia. Hermosa cara, como corresponde a la mujer valenciana de siempre. Del momento auroral de la urbe, es entonces el inicial testimonio que se posee de la ninfa del Cabriales. La ciudad tuvo siempre un rostro de mujer... Y un corazón de naranja madura, desde  donde un niño enternecido canta. La canción, es de amor eterna balada de enamorados: amoroso mensaje de "aquí me quedo", de "no te olvido ya".del "siempre te amare Valencia mía".  Valencia tiene la gracia de concebir y dar a luz sus hijos, y convertirlos después en sus eternos enamorados. Y seducir a quienes nacen fuera... Una vez nos preguntamos cual era el secreto, en que consistían sus artes seductoras. Y hallamos durante casi un siglo:
- Una linfa sonora que escurría su caudal bajo los arcos de un majestuoso puente de cal y canto, levantado sobre esfuerzos de patriotas cautivos.
- Una plaza mayor donde la luna llena se mostraba cercana como un farol colgante, capaz de contagiar de plenilunio al mas rudo varón que osara caminar sobre su enladrillado.
- Un amarillo dorado de naranja madura que la perimétraba, y de azahares una tan grande floración, que hizo escribir a un poeta de tiempos posteriores (Andrés Eloy Blanco):                                                  



                                                    "En Valencia hay azahar
                                                     para que el mundo se case:
                                                     si con las once mil vírgenes
                                                     llegan once mil galanes, 
                                                     bastara que un abanico
                                                     le guiña a los naranjales,
                                                     y para once mil doncellas
                                                     sobraran los azahares".


Además de río, naranjas y azahares, Valencia tenía el adorno de un lago en su ribera... Y pájaros suficientes como para en un vuelo único, emplumar de brumas la tarde... Y mujeres tan bellas, que era la urbe un tropical santuario de Atenea.
Pero sobre todo estaba la gente... Ciudad mano abierta, de una bondad sin límites, y usanza de valenciana estirpe; y un querer y una lealtad y un todo dar, como pocas veces acontece, cuando de seducir a un recién llegado se trata.

Felipe Herrera Vial, pintaba con versos

Poetas le han cantado a la
Valencia, bucólica. Gráfica de
la Iglesia de San Blas.
Asdrúbal Gonzalez, en su exposición muy bien documentada, arrancó en varias ocasiones aplausos del público. Hizo referencia acerca de otros artistas que le dedicaron su creatividad a la ciudad que asienta el Río Cabriales. "Tres hijos de Valencia, quizás un día se pusieron de acuerdo, para cantarle amor único de una misma manera:  Leopoldo La Madriz, quien se llamo a si mismo el pintor del Cabriales. Era el río en su tiempo inicial una heredad de peces y bañistas, y aguadoras, y chamiceras en la orilla afuera. Desde la cuna lo entraño, lo vivió en primeras miradas, lo puso a transcurrir dentro de sí y compartió su acontecer.  Hasta que Leopoldo lo convirtió en color. El Cabriales nunca había sido bufanda, ni cinturón de plata, ni rumor caminante.  Otro hijo agradecido era también pintor... Ideo, Braulio, la cara de la mujer amada, y Valencia definió un rostro en el pincel de Braulio. Enfrento el artista un paisaje urbano cargado de azules, de ocres diluidos, de brumas bailarinas, y coloco en el cuadro a la mujer, a lo lejos como una vara de gladíola blanca, de cerca con perfil definido de chamicera, leñadora, lavandera, bañista del Cabriales. Braulio Salazar le dio a Valencia una cara dulce nacida de sus manos poetas, de lírida en flor. Faltaba el poeta que pintaba con palabras, y ese fue Felipe Herrera Vial. Pero, no era que le faltaran a Valencia poetas... Tuvo y tiene muchos, y de los buenos... Veamos en un breve paréntesis: Luis Pastori escribió tres Sonetos para no Olvidar a Valencia, dignos de cualquier antología.  Entre otros versos, son buenos recordar: "a este pueblo del sueño del poeta, le esta cantando un lago en la cintura".  Y, Oscar Guaramato, que era un estilo, una manera de pensar y decir, dedico a Valencia un poema en prosa, que tiene dos versos como para no olvidar: "Amad a esta ciudad de dulce brisa y rubio sol".   Y el verso clásico de Carmeló Colmenares dejo estos endecasílabos en el recuerdo: "Ciudad de cielo azul, limpio y sereno; cristiana en la oración, mora de amores".   Luis Guevara publico un libro que título Los Cantaros del Cielo, donde sus "saetas en el corazón de Valencia" se inmortalizaron. Recordamos de Luis Guevara:  "Allí queda la ciudad frutal, con sus huertos de dorados ponientes y el milagro de luz de sus naranjos".    "Lirio Sacro de Dios" llamo a Valencia el modernista Luis Martín Roche.  Y el gran poeta Manuel Alcázar escribió sobre su amada novia, que resulta imposible un solo verso, recuerdo. Veamos estos: "Valencia, mi cuna, mi tierra querida, mitad de mi alma, mitad de mi vida, mi blanca azucena, mi nido de amor".

Poeta por los cuatro costados

Valencia es Incamar. La gráfica corresponde
a la Avenida Constitución. Al final se observa
lo que fue asiento de la Alcaldía de Valencia,
frente a la Plaza Bolívar. 
Río Cabriales inspiración
de  poetas. 





El orador de orden Asdrúbal Gonzalez, quien fue amigo de Herrera Vial,   enfoco a partir de este punto una  descripción de la  huella literaria,  del poeta, cuyas obras,  no solo han sido  analizadas en la Universidad de Carabobo, sino en otros centros culturales universitarios de Latino América y de Europa. Gonzalez dijo "Ciudad de poetas, temas de poesías, motivo eterno de buen decir...   Y he aquí que retomamos al escritor que nos ha convocado en la ocasión: Felipe Herrera Vial, nacido valenciano, poeta por los cuatro costados de su acontecer...   La pintura que dejo de Valencia tenía que ser la de un rostro de mujer. El autor la llamo Incamar...  Que según su entro, era  "toda luz, toda armonía, y resume con su gracia y  su amor a la belleza el vigoroso encanto citadino".   La alegría fluye como un Cabriales desatado desde los ojos de Incamar, que el poeta dibujo cual  "...la dulce muchacha de mi ciudad, que lleva como una pluma de color sobre las sienes, su grato y oloroso nombre indígena".  Incamar la ciudad es también la mujer que describe el aeda, como  "...una gracia de melancolía, un cuento azul y blanco. Una calcomanía del ayer perdido. Una vital promesa de mujer criolla y altiva".   Y para que sea valenciana pura, Incamar toma en sus manos un libro, lo percibe como una mariposa, y se aposenta en su lectura..."  El poeta le dice a la ciudad y a la mujer que es su espíritu, que  "...la tarde no esta para leer, esta para gozarla en el amarillo del sol detenido en las ramas de los arboles y en el azul del cielo, en los colores de las rosas que en el patio despiden sus perfumes".   "Semejante a una rica y sorprendente repetición de imágenes -   pre-guión cinematográfico, - sincronizadas por una espaciosa sinfonía telúrica, secuela de la música que esparcen el viento, las aguas, los arboles, los pajaros, las flores, los hombres, las mujeres y los niños extraordinariamente unidos como tejidas estampas de colores, redivivas, aparecen estas memorias o diarios de viajeros...  Primeros turistas con el alma aprehendida en el asombro de la maravilla...   Viajeros que no entienden el vivir como un simple ver pasar, sino a quienes la vida enciende el espíritu invadido por la emoción de todo lo que escuchan, saborean y tocan. Son los sentidos sumidos en la ebriedad del prístino verdor tropical, del verde lujurioso de nuestras selvas y montañas inconmensurables... Aprendamos la lección que dejan estas huellas perennes, errantes o peregrinas. Están llenas de amor!"  Las anteriores son frases del prefacio del libro "Viajeros por  Tierras de Carabobo", de Felipe Herrera Vial, destinado a rendir homenaje a la fecha conmemorativa del Sesquicentenario de la Batalla de Carabobo, la misma institución que cuarenta y dos años después rinde un definitivo homenaje a un hombre pilar fundamental de la valencianidad.

Felipe Herrera Vial, hacedor de culturas

Felipe Herrera Vial, fue un protector de las artes y las  letras,  co-fundador de la Academia de la Historia de Carabobo.  Estos hechos son confirmados por Asdrúbal Gonzalez. "Hemos copiado las frases de un prefacio de lo que son los poetas cuando se convierten en historiadores: una rigurosa investigación metodológica, un leer interminable, un indagar las fuentes, y cuando corresponde escribir, la historia se llena de versos... Porque nunca como en un poeta, las palabras es instrumento, y el decir finalmente es un poema...   Recordamos que con el poeta historiador fundamos una vez la Academia de la Historia de Carabobo".  Felipe, nacido valenciano, cultivo entonces las palabras. Cuando las convirtió en poemas, las anido en sus libros Campana Herida, Clima de la Gaviota,  y la Esperanza, Fragua, Madrigal de mi Lira. Como ensayista escribió Estampas Valencianas y Tiempos de Valencia.   Pero mas allá de la letra impresa, Valencia  lo recordara siempre por su labor de hacedor de cultura, al frente por muchos años de  la "Pagina Literaria del Diario El Carabobeño" y sobre todo, por la titánica labor de la publicación de los "Cuadernos Cabriales", (Ateneo de Valencia), donde por muchos años, la poesía hallo cómoda estancia.
Foto del blog de la Familia Brandt.
Orilla de los Manglares. Postal
del Mar Porteño. 

Alguna vez se juntaron bajo el alero de mi casa porteña.
Alfonso, inmerso en los cascabeles de su bonhomia.
Braulio, con un color de magia, que en brumas diluía la recia arquitectura de mi casa.
Los amigos quedaron sembrados como pinos, perennemente 
reverdecidos...

El piano tocado por mi hijo Reinaldo proporciono la ocasión para que Alfonso cantara valses de su terruño andino, y Braulio se empeñara en una de tangos y canciones de Ítalo Pizzolante.  Cuando le correspondió el turno a Felipe, mostraba una dulzura, un aire de severo rostro antiguo, tratando de aparentar quizás un ánimo discreto. Pero calladamente escuche vibrando entre sus labios un tango de ocasión, y una balada dulce y una canción de Ítalo... Al fin, poniéndose de pie, dijo, refiriéndose a si mismo: "Un poeta tiene el corazón como un espejo de aguas vivas".   Y dijo también, para nuestra complacencia, que a Puerto Cabello se la conocía de memoria, que varios años vivió impregnado de su mar...   Mientras hablaba, pensábamos lo muchas veces dicho, de que a Puerto Cabello se llega telúrico al nacer en su seno, o por una vía de la sangre, del corazón...   Felipe se había hecho porteño por la segunda señalada vía...   Y porque su arquitectura era de versos, se mostraba como un hombre lleno de poesía.   Su cuerpo vivía en equilibrio con su mundo interior.

Una casa de la cultura, con el nombre de Felipe Herrera Vial, seria un buen augurio para las artes.

Olimpía Herrera, recibe
reconocimientos de las
fuerzas vivas de Valencia,
por su aporte a la cultura
dejada por el poeta
Felipe Herrera Vial..
Ya al borde de finalizar, los comentarios sobre esta pieza artística literaria, pronunciada por Asdrúbal Gonzalez, este hace una solicitud la cual respaldan sus amigos y quienes todavía siguen esa lealtad a Felipe Herrera Vial, de que un centro cultural lleve por nombre el de  este ilustre de las artes. Con solo recordarlo se abren las puertas  de la cultura para observar su obra, ejemplo para las nuevas generaciones, que buscan el mejor camino a seguir y ese  puede ser la ruta que forjo Felipe. Gonzalez continuo describiendo los encantos del verbo, hecho poesía. Felipe saco entonces lentamente del arcón de su memoria algunas estrofas del poema Canto a Puerto Cabello desde un Pretil de Espumas:
                                                           
                "Todo estaba dispuesto
                como en los viejos 
                tiempos del olvido.

                Ya el puerto conocía
                el abrazo rudo de los marineros.
                El amor tejía entonces
                su mas azul encaje
                bajo los balcones.

               Y era el mar su paisaje
               un paisaje de lenta sinfonía
               para dormir a los marinos
               bajo una clara farola Guipuzcoana,
               con los ojos y manos perfumados de ron".

               Sobre este mar descansan miles de amaneceres,
               La memoria se pierde en lejanías. 
               Las estalactitas nos van diciendo fechas,
               Y las gaviotas tejen curvas de amor en el espacio.
               Quien canta en esta hora y en esta oscura sombra?
               Y a esa furiosa música que entona la ola turbia,
               Quien le pone ese color azul en armonía?
               Este es mi puerto del Caribe mar,   
               Invita el alma a la contemplación,
               cuando desde el pretil de espumas de una barca
               en días de sangre y de contrabandos,
               mira pasar la caravana del Conquistador".

              "Puerto Cabello canta su aventura
              triturando el alcohol y el amor
              bajo las tibias palmas de sus playas,
              y abierto hacia el nocturno cielo,
             como una extraña y misteriosa flor".


Cuando reviso los recuerdos y miro la foto tomada en la ocasión, donde aparezco con Braulio Salazar, don Alfonso Marin y el poeta Felipe Herrera Vial, pienso: "Debe haber pasado mucho tiempo de este feliz encuentro". Lo digo por la araucania del jardín que entonces hizo de telón de fondo, y que hoy se eleva como una flecha al cielo, y que para ese tiempo era apenas un árbol en veremos...   Los tres anduvieron por mi casa, y allí están, sembrados como pinos.

                                                   

Felipe, derrotó con sus versos el silencio del tiempo.

Felipe Herrera Vial el hijo
novio de Incamar.
Al final de esta extraordinaria exposición de Asdrúbal Gonzalez, nos señala "Los versos de Felipe quedaron flotando en todos los rincones, colgados de un cuadro de Leopoldo, entre los libros de la biblioteca, y desde  allí los traje para compartirlos con ustedes." "Hoy renace uno de los valencianos de mas profunda estirpe por los cuatro costados, Felipe Herrera Vial.  Comienza su segunda centuria de vida el hijo de Incamar.  El habernos convocado para conmemorar cien años de un nacer, y convertirnos a la vez en testimonios de un nuevo alumbramiento, es suficiente prueba de la fortaleza espiritual de un poeta, que derrotó con sus versos el silencio del tiempo, que es olvido.   Y en esta prueba también la presencia de Alma Mater de Carabobo en todo el acontecer espíritu. La feliz asociación de nuestra Universidad con el Cabildo de Valencia, que nos representa a todos, ha culminado en hacer de Felipe Herrera Vial un valenciano de cuerpo presente en la vida de la ciudad. Concejales y concejalas de la nueva centuria que hoy comienza, el nombre del poeta Felipe Herrera Vial para distinguir una Calle, una Avenida, una Casa de la Cultura, una Urbanización, seria un buen augurio... Y, Que tal una plaza Incamar con el poeta en bronce de eternidad?  Aplaudimos desde ahora el proyecto universitario de editar la obra completa de Felipe Herrera Vial: empeño que sera eterno como un bronce estatuario."  Y todos nosotros, a convertir en verbo cotidiano lo que pudiera ser una Autobiografía de un solo capítulo, una sola página, una sola línea: "Un poeta tiene el corazón como un espejo de agua viva".

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