jueves, marzo 07, 2013

Felipe Herrera Vial, hacedor de culturas

Felipe Herrera Vial, fue un protector de las artes y las  letras,  co-fundador de la Academia de la Historia de Carabobo.  Estos hechos son confirmados por Asdrúbal Gonzalez. "Hemos copiado las frases de un prefacio de lo que son los poetas cuando se convierten en historiadores: una rigurosa investigación metodológica, un leer interminable, un indagar las fuentes, y cuando corresponde escribir, la historia se llena de versos... Porque nunca como en un poeta, las palabras es instrumento, y el decir finalmente es un poema...   Recordamos que con el poeta historiador fundamos una vez la Academia de la Historia de Carabobo".  Felipe, nacido valenciano, cultivo entonces las palabras. Cuando las convirtió en poemas, las anido en sus libros Campana Herida, Clima de la Gaviota,  y la Esperanza, Fragua, Madrigal de mi Lira. Como ensayista escribió Estampas Valencianas y Tiempos de Valencia.   Pero mas allá de la letra impresa, Valencia  lo recordara siempre por su labor de hacedor de cultura, al frente por muchos años de  la "Pagina Literaria del Diario El Carabobeño" y sobre todo, por la titánica labor de la publicación de los "Cuadernos Cabriales", (Ateneo de Valencia), donde por muchos años, la poesía hallo cómoda estancia.
Foto del blog de la Familia Brandt.
Orilla de los Manglares. Postal
del Mar Porteño. 

Alguna vez se juntaron bajo el alero de mi casa porteña.
Alfonso, inmerso en los cascabeles de su bonhomia.
Braulio, con un color de magia, que en brumas diluía la recia arquitectura de mi casa.
Los amigos quedaron sembrados como pinos, perennemente 
reverdecidos...

El piano tocado por mi hijo Reinaldo proporciono la ocasión para que Alfonso cantara valses de su terruño andino, y Braulio se empeñara en una de tangos y canciones de Ítalo Pizzolante.  Cuando le correspondió el turno a Felipe, mostraba una dulzura, un aire de severo rostro antiguo, tratando de aparentar quizás un ánimo discreto. Pero calladamente escuche vibrando entre sus labios un tango de ocasión, y una balada dulce y una canción de Ítalo... Al fin, poniéndose de pie, dijo, refiriéndose a si mismo: "Un poeta tiene el corazón como un espejo de aguas vivas".   Y dijo también, para nuestra complacencia, que a Puerto Cabello se la conocía de memoria, que varios años vivió impregnado de su mar...   Mientras hablaba, pensábamos lo muchas veces dicho, de que a Puerto Cabello se llega telúrico al nacer en su seno, o por una vía de la sangre, del corazón...   Felipe se había hecho porteño por la segunda señalada vía...   Y porque su arquitectura era de versos, se mostraba como un hombre lleno de poesía.   Su cuerpo vivía en equilibrio con su mundo interior.

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Novios, amante musical