Cesar Miguel Rondón continua profundizando en forma practica y sencilla, en la importancia de la palabra, con la cual nos damos ha entender ¨Las palabras son lo primero que atesoramos en la vida. La acumulación es lenta pero útil: mamá, pan, agua. Después aprendemos a combinarlas, y según el caso, a gritarlas o susurrarlas. Algunos llegan al colmo de la manipulación y hasta logran cantarlas, convirtiéndolas en irresistibles. Pronto, pues, no logramos nada sin ellas: somos sus esclavos. Algunos
Las palabras trascienden en una imprenta o en una hoja de papel. |
saben controlarlas, dominarlas, como si de fieras circenses se tratara. Les sacan alaridos ocultos y brillos inesperados. Otros, la gran mayoría, son sus víctimas. Pobres pastores con un escuálido rebaño de palabras encerradas en un corral donde se desgastan, girando fatigadas sobre sí mismas, confundiéndose unas con otras, sin nada decir. Estas palabras mueren de mengua. Las otras, las que se revelan salvajes y retadoras, logran la fiesta de la trascendencia: una imprenta y una hoja de papel esperan por ellas. Son las mismas que le dieron inicio oficial a la historia, y las mismas sobre las que volveremos, ávidos y hambrientos, con el paso de los días. Nos hablan de lo que somos, de lo que dejamos de ser, y de lo que pudimos ser alguna vez y ya mas que nunca. De las victorias que podrían esperarnos, y del irremediable inventario de nuestras derrotas, Hay palabras así, crueles e implacables, lapidarias y morbosas, terribles. Hay otras más benévolas y gentiles; suaves, casi tan complacientes que hasta parecen trampas. Pero lo importante es que ni unas ni las otras se pueden borrar. La palabra escrita allí queda, para bien o para mal, Es empecinada y definitiva, eterna¨.
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